Dublineses

El País. “La cultura”, sábado 30/11/02, pág. 38

‘Dublineses’, de James Joyce

EL PAÍS  edita un conjunto de extraordinarios relatos del autor más influyente del siglo pasado

Presentar al lector a James Joyce  plantea un problema de educación: es, en realidad, una grosería. Considerado como uno de los escritores más importantes e influyentes del siglo XX, si no el más, los elogios y alabanzas que despierta su obra, sobre todo Ulises (1922), convierten los ditirambos en definiciones objetivas. Su primer libro publicado, Música de cámara (1907), contiene 36 poemas de amor; el segundo, Dublineses (1914), es un conjunto de 15 relatos en el que recrea recuerdos de infancia y adolescencia, escenas familiares y de la vida pública de su
ciudad natal, y en el que se incluye una de las joyas más brillantes de la cuentística contemporánea, Los muertos, libro que podrá adquirir mañana el lector de EL PAÍS por tres euros. Escritos en Triste (Italia), primera etapa estable de un voluntario exilio -París y Zúrich completarían los lugares esenciales de su errabunda vida-, y en compañía del gran amor de su vida, Nora Barnacle, Dublineses, y sobre todo el ya citado Los muertos, es uno de los más hermosos testimonios de amor a un país ya una mujer. Adaptado magistralmente por un octogenario y agónico John Huston en 1987 (moriría antes del estreno del filme), estos relatos nos muestran ya un maestro de la narrativa al que le faltaban dos años para publicar su primera novela, Retrato de un artista adolescente (1916), y algunos más para alcanzar el olimpo literario con Ulises. El valor y la grandeza de su obra bordea lo épico ante las incomprensiones, censuras y penurias económicas que le acompañaron durante toda su vida.

De la celebración y la muerte

GUILLERMO CABRERA INFANTE
La mayor parte de los cuentos de este libro la escribió James Joyce (Dublín, 1882-Zúrich, 1941) en su exilio de Trieste alrededor de 1905. La importancia que da Joyce al cuento como género literario aparece evidente cuando se dice que Ulises fue primero un cuento. Dubliners es su primer libro de ficción. Antes había publicado un libro de poemas, Música de cámara. Este Dublineses (1941) precede al auto biográfico Retrato del artista adolescente, y en ambos Joyce describe lo que él llama “la parálisis de la vida irlandesa”. Tanto que Portrait of the artist as a young man pudiera llamarse Retrato del autista adolescente.  Joyce mismo da una interpretación cabal de su libro de cuentos:
“Mi intención fue la de escribir un capitulo de la historia moral de mi país, y escogí Dublin para su escenario porque la ciudad me parecía el centro de la parálisis”.
La colección consta de 15 cuentos y Joyce la enumera como dividida en “cuatro aspectos: níñez, adolescencia, madurez y vida pública”, y declara “haberlos escrito en ese orden … en un estilo de ecrupulosa parsimonia”. En el primer cuento aparece la niñez, que se encuentra con la muerte de un cura poco apreciado. La niñez termina con un encuentro de  dos colegiales furtivos con un pederasta más tímido que temido. En Después de la carrera consigue el conjuro de la velocidad, mientras que Dos galanes presenta al lumpen dublinés como una pareja de cómicos de la legua. Efemérides en el comité está presidido por la figura de Parnell, el héroe epónimo de la política nacionalista irlandesa y un fantasma que recorre Irlanda. Pero es en Los muertos donde Joyce muestra y demuestra su poderío narrativo en un cuento que es casi una novella. Presidido por la celebración y luego la muerte, es un cuento que podríamos llamar romántico, en un final lleno de dolor y de una sabia apelación a los sentimientos. Llevado al cine recientemente (y brillantemente por John Houston en su última película) The Dead hace del luto activo por el recuerdo de la novia, mientras que el novio ve caer la nieve sobre los vivos y los muertos.
Los cuentos están influidos por la estética naturalista, es decir, más cerca de Zola que de Flaubert. Pero la gran influencia, además del leve dejo de Chéjov, es la de Maupassant. Joyce, que en Ulises produjo la obra maestra de las obras maestras modernistas, en Dubliners no cultiva la paronomasia ni las parodias de su gran novela. Hay que aclarar que el modernismo es una estética acogida con pasión por los escritores anglosajones y no tiene nada que ver con el modernismo que produjo a un José Martí o un Rubén Darlo y que tiene su expresión plástica mayor en la arquitectura de Gaudí.
Pero en Dubliners (que he traducido por Dublineses y no Dublinenses, porque igual se llama berlineses a los nativos de Berlín) está su gran cuento Los muertos, una de las cumbres de la cuentística en inglés. La traducción evita la posible comicidad de la frase “el muerto”, ya que en inglés los muertos y el muerto son la misma palabra. El cuento Los muertos está definido por el sentido de la muerte católica de los irlandeses.
Ahora que se habla de posibles traducciones, tengo que decir que todo el original de Joyce está informado y formado por la desfachatez irlandesa tanto como la traducción recurre con abundancia a los cubanismos y al habla de los habaneros, ambos dialectos usan y abusan de la falta de respeto con todo y para todos, la constante burla y la parodia creativa. Es así que se puede leer Efemérides en el comité como una veraz presencia (o presidencia) de la chacota en el duro oficio diario de la política y las preocupaciones inmediatas de los “sargentos políticos” con las conmemoraciones oficiales. El mismo término “sargento político” equivale a la visión de John Ford en una de sus películas menos favorecidas por la crítica, El último hurra. Que es lo que es este cuento, en que lo folclórico. es un elemento de la concepción del mundo que tienen irlandeses—y cubanos ante un idioma imperial. Odi et amo.

El gran experimentador

    James Joyce era el mayor de los lO hijos de la familia de John Joyce que sobrevivieron a la infancia. Nació en Dublin en 1882, ya los seis años fue internado en el colegio Clongowes Wood, conocido comó “el Eton de Irlanda”, pero tuvo que abandonarlo tres años después porque su padre, un hombre apático y aficionado a la bebida, había terminado de hundir a su familia en la pobreza. Durante los dos siguientes estudió en casa hasta que obtuvo una beca en el Belvedere, un colegio regentado por jesuitas del que salió sin el mínimo asomo de fe católica. En la universidad estudió lenguas, leyó mucho y se negó a participar con sus compañeros en las revueltas nacionalistas. Tras graduarse en 1902, trabajó como periodista y maestro en París para volver a Dublín al año siguiente, donde conoció a Nora Barnacle, su mujer. Juntos se instalaron en Zúrich y luego en Trieste, donde Joyce se ganó la vida dando clases de inglés. En 1907 publicó en Londres su primer libro, un poemario titulado Música de cámara. En 1912 regresó a Irlanda con la intención de publicar un libro de relatos, Dublineses. Lo editó dos años más tarde.

Éxito
Al estallar la Primera Guerra Mundial, Joyce, su mujer y sus dos hijos vuelven a Zúrich, la ciudad donde también se han refugiado Lenin y Tristan Tzara. Pasan por apuros económicos, pero el escritor comienza a ganar reputación como un prometedor escritor de vanguardia tras la publicación de la novela autobiográfica Retrato del artista adolescente, que aparece primero en la revista The Egoist en 1914 y luego como libro dos años después.
La familia se instala en París en 1920. Allí Joyre encuentra el tiempo necesario para terminar de escribir su novela más ambiciosa, Ulises, que aparece publicada en Francia en 1922. La censura impidió que la novela se publicara en Gran Bretaña y Estados Unidos hasta 1933. Al año siguiente, el escritor comienza Finnegans Wake, mientras se le manifiestan los primeros síntomas de un glaucoma. La primera parte de esta novela aparece en Transatlantic Review, la revista de Ford Madox Ford, en 1924. Los siguientes 14 años de la vida de Joyce estarán consagrados a esta novela, para la que el escritor crea un lenguaje, una especie de koiné, integrada por elementos de unas sesenta lenguas. El libro se publica finalmente a principios de 1939. Tras la invasión de Francia por las tropas de Hitler, Joyce regresa a Zúrich, donde morirá el 13 de enero de 1941 prácticamente ciego y decepcionado por la acogida que ha recibido Finnegans Wake/ A. PADILLA

La odisea de 15 relatos

    En 1904, George Russell ofreció a James Joyce una libra esterlina por cada cuento que el escritor le enviara para publicar en su gaceta The lrish Homestead; una revista de agricultores. Así nacieron Las hermanas, Eveline y Después de la carrera, que Joyce firmó con el seudónimo de Stephen Dedalus, nombre de uno de los personajes de Ulises. Después de estos tres primeros envios, el editor decidió que los relatos no eran los adecuados para sus lectores. Joyce siguió escribiendo el resto de los cuentos en Trieste y, tras una dura experiencia de ocho meses trabajando en un banco de Roma, ideó el último de los 15 relatos: Los muertos. De regreso a Irlanda en 1912, envió el manuscrito al editor Grant Richards,que lo aceptó, aunque exigió cambios. Los impresores, por su parte, encontraron ofensivas expresiones como: “Ella cambió repetidamente la posición de sus piernas”. Joyce se negó a alterar nada aclarando que su estilo era “de una escrupulosa vulgaridad”. El libro se publicó finalmente en 1914, pero su “peculiar aroma de corrupción no fue nada rentable: sólo se vendieron 499 ejemplares el primer año. Medio siglo más tarde, Guillermo Cabrera Infante llevó a cabo una de las traducciones clásicas de esta obra al castellano. Ahora, el escritor cubano ha revisado su traducción para publicarla en esta colección.