Entrevista con Fritz Senn

Diario 16 18/6/1994, pág. 44.
Francisco Correal

Este suizo de Basilea, de 66 años, ha viajado por todo el mundo con el nombre de James Joyce por bandera. Fue uno de los artífices de la Fundación Internacional que lleva el nombre del escritor dublinés, con sede en Zurich, la ciudad en la que el autor del “Ulysses” murió en 1841. Fritz Senn, que rehúye de ser considerado profesor, es uno de los más prestigiosos joyceanos que participan en el simposio internacional que hoy se
clausura en Sevilla. El pasado jueves, poco antes de celebrar el “Bloomsday” coordinó una mesa redonda con diferentes ponentes de Australia, Italia, Canadá y Francia.

-¿No ha tenido este simposio aires de Congreso Eucarístico? ¿No es Joyce una especie de Papa laico cuya infabilidad desmenuzan sus discípulos?
-En todo caso, a Joyce habría que considerarlo como un anti-Papa. dedicó toda su vida a cuestionar el concepto de infabilidad. Respecto a todo y respecto a sí mismo.
-¿Cual es la principal aportacion joyceana a estos tiempos finiseculares?
-Joyce abarca tantas dimensiones de la cultura en general, que es prácticamente imposible extraer de su obra un significado específico. Sería incluso ir contra su propia memoria. Joyce representa la imposibilidad de buscar soluciones o interpretaciones definitivas. Del fin de siglo o de lo que sea. El jueves presidí una mesa redonda en el Paraninfo y se comprobó lo que Joyce tiene de plural: tantas visiones como ponentes, la australiana, la italiana, la francesa, la canadiense.
-¿Cómo se produjo su “encuentro” con Joyce?
-Estaba estudiando inglés en Basilea, Quería ponerme a prueba con un libro difícil. Empecé con el Ulysses y después con el resto de la obra. El resto fue muy sencillo. Joyce mantuvo una relación muy intensa con Zurich. Pusimos en marcha la Fundación James Joyce. Con otras personas también vinculadas con el estudio de su obra, como el profesor Bernard Benstock, decidimos organizar simposios cada dos años en diferentes ciudades.
-Carl Gustav Jung, el psicólogo más importante con Sigmund Freud, le reconoció a Joyce en una carta fechada en 1932 que “su Ulysses ha presentado al mundo un problema psicológico tan desconcertante, que varias veces he sido convocado como supuesta autoridad en la materia para resolverlo”. ¿Sigue vigente esa capacidad de desconcertar?
-No es casual este interés de Jung por la novela. Quizás parte de la esencia del Ulysses, y digo parte porque la esencia en su globalidad es inexplicable, puede conectar con las técnicas psicoanalíticas. Ese sentimiento de socavar lo establecido al que se refiere Jung sigue vigente.
-Suiza es el gran cementerio de la literatura universal: Joyce muere en Zurich, y Borges en Ginebra…
-Thomas Mann también murió en Suiza.
-Y Truman Capote se refugió en los Alpes suizos para tejer la macabra trama de “A sangre fría”…
-Eso no lo sabía. La neutralidad que mantuvo Suiza en el período de entreguerras y durante la guerra lo hizo muy atractivo. Permitió una confluencia de culturas.
-Fruto de ese cruce de destinos helvéticos puede ser el poema de Borges “Invocación a Joyce”: “Dispersos en diversas capitales,/ solitarios y muchos,/ jugábamos a ser el primer Adán/ que dio nombre a las cosas”
-El tiempo impidió que Joyce escribiera una “Invocación a Borges”.
-Ambos entonaron en Suiza la balada del Narayama, esa montaña evocada en una película japonesa donde eran conducidos los ancianos cuando les llegaba la hora fatídica…
-Uno de los profesores japoneses hizo referencia a la película en una de las sesiones. Es una casualidad muy interesante.
-¿Conoce el monólogo de Orson Welles en “El tercer hombre”?
-¿Y qué suizo no lo conoce?
-¿Y cree efectivamente que el arte y la violencia van inseparables, como ocurría en la Italia de los Borgia, y que en las antípodas está la civilización suiza, que no hizo otra aportación que el reloj de cuco?
-Es una simplificación muy interesante, entre otras cosas porque el reloj de cuco no es típico de Suiza, sino de la Selva Negra alemana. Ciertamente, el arte y la violencia se han hermanado en un concepto universal. Si analizamos el caso de Joyce, aparte de los enfados verbales, de los abusos verbales, no hay violencia propiamente dicha, porque ésta se presenta como manipulación sensacionalista. Joyce prefiere evitarla. Habría sido demasiado fácil sacar provecho o ventaja de esa evidencia. A primera vista, en el Ulysses no hay violencia, no hay grandes amores. Eso es lo que parece a flor de piel. En un día normal, cotidiano, esos elementos están solapados, pero en el fondo están presentes en todo momento.
-En la España actual no asocian a Suiza con el reloj de cuco ni con Joyce, sino con el país en el que personas inmersas en casos de corrupción abrían cuentas bancarias para el dinero negro. ¿Conoce esa situación?
-La gente está al tanto de esa problemática. Tradicionalmente, el sistema suizo permite la libertad del individuo. No existe la interferencia estatal en lo que sería la esfera privada de la persona.
-¿Le suenan los nombres de Luis Roldán o Mariano Rubio?
-Sí, he oído algunos comentarios. Pero, sinceramente, a la población suiza le llama mucho más la atención la situación italiana que la española. Aquélla le queda más cercana, están más informados. Lo de España se conoce a menor escala. Los suizos no asocian España con la corrupción, sino con el fútbol.
-Dice Richard Ellman en su biografía que Joyce recriminaba a sus amigos que jugaran al fútbol y les invitaba a que practicaran el noble deporte del rugby…
-Tampoco Joyce es perfecto.
-¿Sería concebible el “Ulysses” en una ciudad como Sevilla?
-Esta ciudad podría prestarse perfectamente a la estructura que intentaba retratar Joyce. Me gusta mucho Sevilla, no la conozco demasiado, aunque ya estuve en 1982 en la conmemoración del centenario de su nacimiento. No he visto cómo vive la clase media, la clase media baja que sería la que realmente más le interesaría a Joyce desde un punto de vista literario, pero sí me ha asombrado la belleza monumental y artística de la ciudad. Joyce hubiera escrito una gran novela a ras de suelo de sus habitantes.
-¿Qué es Joyce para usted? ¿Un oficio, una pasión?
-Quiero dejar bien claro que no estoy aquí como profesor de nada. No soy el teacher Senn, sino el citizen Senn. Empecé como corrector de pruebas de una editorial de mi país.. He dado cursos en la Universidad de Zurich, he ido invitado a pronunciar conferencias en muchas universidades norteamericanas. Siempre he estado absorbido por Joyce. Me ha ayudado a superar momentos duros y amargos en la vida. Tampoco quiero decir que haya dedicado mi vida a Joyce. La vida da para mucho, como nos enseñaba Leopold Bloom.
-¿Tiene reloj de cuco en su casa?
-No, ya le he dicho que no es típico de Suiza. Es un cliché, como ocurre en la configuración mental que la gente se hace de los países que no conoce. Con estos simposios no sólo aprendemos nuevas cosas de Joyce, sino que procuramos combatir tópicos y estereotipos. Y probablemente la próxima vez que nos veamos en Sevilla ya no me preguntará usted por el reloj de cuco. Por cierto, ¿qué hora es?

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Fritz Senn en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla
(Foto: Paco Cazalla, Diario 16,18/6/1994, pág. 44)